Fuente: [http://blog.enguita.info/2014/05/una-generacion-escolar-echada-perder.html]
¿Una generación escolar echada a perder por la informática?
Un interesante
trabajo de Federico Biagi y Massimo Loi sobre datos de PISA 2009, ICT
and learning, presenta unos resultado inquietantes. Resumiendo, el uso
de las TIC para la comunicación, la colaboración, la búsqueda de información y
operaciones técnicas presenta una relación negativa con los resultados de PISA
2009 -es decir, a más uso menos rendimiento. Lo mismo sucede, pero en mayor
medida, con su uso para la creación de contenido o para la resolución de
problemas, que cuando alcance cierto nivel parece también ser un obstáculo para
el logro.
Sin embargo, el
uso delas TIC para el juego, sobre todo cuando alcanza pasa de intensidad,
presenta una relación positiva con los resultados PISA (a más juego, mejores
resultados). Lo mismo sucede con la amplitud, es decir, con la diversificación
de la gama de actividades realizadas con ellas. Es cierto que esta amplitud
podría ser simplemente una variable interviniente, la expresión de un elevado
status socioeconómico, pero la relación se mantiene todavía cuando se controla
estadísticamente este, o sea, se mantiene por sí misma.
El propio informe
PISA 2009 (vol. VI: Students
on line) ya señalaba que la relación entre el uso del ordenador en la
escuela y el rendimiento en lectura digital era ligeramente negativa, incluso
entre alumnos de igual rendimiento académico, y en particular en el caso de las
actividades especialmente encomendadas a alumnos de menor rendimiento (es
decir, que la informática no actuaba como un refuerzo positivo). En cambio, detectaba una relación positiva,
directa, entre el uso en casa, particularmente el uso para fines lúdicos, y la
competencia en lectura digital.
En definitiva, el
uso en casa resulta positivo pero el uso en la escuela no, el uso para juegos o
para una amplia gama de actividades asocia positivamente con el rendimiento escolar,
pero el uso en el aula, o como refuerzo en ella para alumnos con dificultades,
no lo hace. O sea, lo contrario de lo que uno esperaría o, al menos, desearía.
Esta paradoja
trae a la memoria la polémica sobre los colegios bilingües. Al margen de otras
consideraciones es cierto que, aunque el inglés sea necesario en sí, y aunque
la mejor manera de impulsarlo sea emplearlo como lengua vehicular, si el dominio
del inglés que posee el profesor es de bajo nivel no sólo habrá para los
alumnos poco aprendizaje de inglés en sí, sino que, siendo la lengua vehicular,
se resentirá también el aprendizaje de cualquier materia a la que sirva de
vehículo, sea cual sea. Un lenguaje pobre arroja una información pobre, una
comunicación pobre, un pensamiento pobre. En función de este argumento se
podría decidir renunciar el bilingüismo o modificar los criterios de formación,
selección y retención del profesorado, pero esa es ya otra historia.
La pregunta es si
no estará sucediendo precisamente eso con la informática. Si los alumnos se
alfabetizan digitalmente mejor en casa que en la escuela y mejor jugando que
trabajando, y si también son el juego y el uso en casa los que correlacionan positivamente
con el rendimiento general, y no el trabajo serio en la escuela, ¿no tendrá
esto algo que ver con el nivel de sus profesores al respecto? Es obvio que si
el profesor pierde una parte sustancial del tiempo de clase poniendo en marcha
los cacharritos, si los utiliza para lo mismo de siempre (algo bien fácil con
la pizarra digital o con la presentación en PowerPoint),
si confunde las oportunidades de la informática con los usos más simples de la
ofimática, si no usa otro software pedagógico que el destinado a acciones
repetitivas etc., simplemente pasamos del uso avanzado y confiado de unas
viejas tecnologías (la voz, la pizarra, el libro) al uso torpe e inseguro de
otras nuevas (los ordenadores, la red, el software). Estaríamos, pues, sacrificando algunas
cohortes de alumnos por no haber preparado bien a las correspondientes cohortes
de profesores.
La lástima es que las tecnologías de la información y la comunicación, las redes sociales virtuales, las comunidades de trabajo y aprendizaje en línea o los nuevos medios digitales no son simplemente unos instrumentos entre otros para perseguir los fines de siempre, sino el reflejo y el anticipo necesario del nuevo entorno digital que los alumnos viven hoy como niños, adolescentes y jóvenes y en el que vivirán mañana como adultos, por lo que su incorporación no puede esperar.
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